ADIDAS STAN SMITH: UNA SILUETA
NACIDA EN EL TENIS

En un principio, fueron una apuesta en los albores de la era del tenis. Rápidamente, se convirtieron en un básico de la moda, y hoy son uno de los pares más vendidos de la historia. Las adidas Stan Smith no siempre tuvieron ese nombre, y durante sus primeros años deslumbraron más por su tecnología que por su estilo. Esta es su historia.





Si te gustan las zapatillas, de seguro habrás tenido un par de Stan Smith. Y, de seguro, habrás visto un retrato verde sobre la lengüeta blanca del par. Una imagen que ya está tan instalada en el inconsciente colectivo, que se ha convertido en algo así como una institución. Stan Smith, el prodigioso ex tenista estadounidense, es uno de los nombres propios que viven en la cabeza de todo el mundo cuando de zapatillas se trata. A la altura de otros tan renombrados como Chuck Taylor. Una signature sneaker antes de que naciera el concepto de signature sneakers.




 
Pero pocos conocen la historia del rostro tras el modelo. Así que vamos allá. Son los años ‘60. 1963, para ser exactos, y el tenis vive una época en la que se intenta poner orden, pero lo cierto es que se logra poco. Los profesionales y los amateurs compiten en circuitos diferentes, aún falta para que Inglaterra se lance con su primer Open, y, de momento, todo parece ser una promesa sobre un elegantísimo deporte que comienza a masificarse.


adidas, una marca relativamente joven –se había fundado hacía apenas catorce años– ya tenía algo de prestigio, pero sobre todo, ganas de experimentar. Así fue como Horst Dassler, hijo del fundador de la marca de las tres líneas, tuvo una idea que, sin saberlo, revolucionaría el mercado del calzado. Horst le propuso a su padre que hicieran su propio modelo de zapatillas de tenis. Unas que, a diferencia de todas las de la época, no tuviesen una parte superior de lona, sino de cuero. Estas se combinarían con una entresuela sintética, y una suela hecha completamente de goma.





El plan inicial era que el par fuera un éxito, y como ocurre pocas veces en este mundo, ese plan se cumplió: la conjunción de materiales entregó una mejor sujeción a los jugadores de tenis, y así muchos comenzaron a evitarse lesiones que solían ser regulares, como las de tobillo.

Pero Stan Smith no fue la primera carta que adidas quiso usar para su elegante modelo en la era de los auspicios. En 1965, la empresa se reunió con Robert Haillet, un tenista francés alto, tostado y de facciones duras. Un ejemplo de la belleza más hegemónica de la época. Haillet era, en una palabra, masculino. Y en dos: masculino y francés. Llevaba encima todo el encanto que la marca buscaba para la estrella de un deporte tan elegante como el tenis. Así nacieron las adidas Haillets.






 


Sin embargo, Horst Dassler y su equipo no contaban con un factor muy importante: el fin de la carrera de Haillet. El francés había pasado del amateurismo al tenis profesional entre la década del ‘50 y el ‘60. Y con poco más de diez años en lo más alto del circuito, su retiro llegó en 1971, apenas un par de años después de que firmase su contrato con adidas, y la silueta con el talón verde estuviese a punto de convertirse en una leyenda.


Entonces, uno de los vendedores de confianza de la marca llegó con una recomendación: un tenista estadounidense llamado Stan Smith. Horst Dassler vio dos grandes oportunidades en pasarse de Francia a Estados Unidos.
La primera, fichar a alguien que ya tenía la categoría de campeón –aunque ya tenían entre sus filas al australiano Rod Laver–. La segunda, entrar en el mercado norteamericano. Uno que, se presumía desde Europa, estaba en constante expansión, y comenzaba a echarle un ojo al tenis con bastante entusiasmo.


El muchacho Smith ya se había coronado campeón de Wimbledon, y con nada menos que unas Haillet. Al igual que muchos otros tenistas, disfrutaba de su soporte, su velocidad y, sobre todo, de su estilo. Así que en 1973 la marca y la joven promesa cumplida del tenis firmaron su acuerdo. Durante cinco años, sin embargo, el modelo siguió llamándose Haillet. El gran momento de Smith llegó en 1978, cuando lo llamaron para sacar la foto que iría en la lengüeta de la zapatilla.



Sin embargo, a Smith le tocó vivir una tragicómica situación. Llevaba cinco años jugando con unas zapatillas que tenían el nombre y el rostro de otro deportista. Y la cara de Smith tenía un gran distintivo: un gran bigote que lucía con orgullo en las canchas de tenis. Durante 1978, eso sí, decidió tener la cara limpia por un par de meses.


Según Smith, en una entrevista que dio a The Guardian en 2012, no fueron más de seis meses los que estuvo sin bigote. Sin embargo, fue durante ese período en que lo quitó, que lo llamaron desde adidas con cierta urgencia: tenían que sacar la foto para estar en la lengüeta, que se mantiene hasta el día de hoy. Se imprimió la foto de Smith, que parecía otra persona. Desde entonces, sin embargo, lo recuerda con humor. Algo así como una coincidencia desafortunada que protagonizó su propio bigote.



Pero la historia de las Stan Smith apenas estaba comenzando: para los ‘80, con el avance de las tecnologías, los nuevos materiales y modelos que entraban al mercado de los deportes, el modelo pasó a adquirir el carácter de clásico. Eran unas zapatillas tan sencillas, elegantes y cómodas, que las personas comenzaron a usarlas junto a su vestimenta casual: podías llevar unos jeans, una camisa con cualquier motivo, y tus Stan Smith. Combinaban con gorros, lentes de sol, relojes. Eran tan versátiles como una polera negra.

Para 1994, adidas había vendido más de 23 millones de pares de la silueta. La cara del ex tenista ya se había paseado por todo el mundo. Sonriendo desde el suelo, sin su característico bigote.







A principios de los 2000, llegó la primera reversión: un par bautizado como Stan Smith II, sin la cara impresa del ex jugador de tenis, y con la lengüeta mucho más gruesa. Y si bien muchos fans corrieron por las suyas, a veces lo que es clásico debe quedarse clásico, ¿no? Es por eso que en 2008 comenzaron a circular las primeras reediciones de la silueta de 1978. Y, desde entonces, seguimos disfrutando de las Stan Smith en todas sus formas, desde las más tradicionales a las más arrojadas, coloridas y texturadas.

Con un rango de colaboraciones tan amplio que pasa por Balenciaga, Pharrell Williams, Los Simpsons o Hello Kitty, las Stan Smith están más vivas que nunca.










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