REEBOK CLUB C: EL LARGO CAMINO DE UN CLÁSICO

Llegaron tímidamente a las canchas de tenis en los 80s y su pretensión no era más que ser una zapatilla sobria y de buena calidad. De las canchas de arcilla saltaron a la calle, viajaron por distintas líneas de Reebok, fueron un clásico del skate, y hoy son, quizás, las zapatillas más icónicas de la marca. Esta es la historia de las Club C.




Si salimos a la calle y nos disponemos a mirar detenidamente todos los pies que pasan, lo más probable es que veamos un montón de modelos conocidos: suelas de aire, cámaras delgadas, broches y zapatillas con caña. Hay algunas siluetas que nunca pasan de moda, y varias de ellas fueron un clásico instantáneo, pero también hay muchas otras que recorrieron un largo y misterioso camino hasta volverse popular.


Suena atípico decir que una zapatilla nació en las canchas de tenis y terminó en los skateparks de California, pero esa es exactamente la historia de las Reebok Club C.
El tenis es un deporte elegante, es sabido. Por eso, a principios de los ‘80, los códigos de vestimenta de los clubes exigían llevar unas zapatillas sobrias. Idealmente blancas. En realidad, lo ideal es que todo el atuendo fuera blanco. Este deporte había adquirido popularidad en los Estados Unidos apenas en la década de los ‘70, y las reglas aún no eran muy maleables.



 
Esto tenía una implicancia directa: la creatividad en los atuendos era difícil, y diferenciarse del resto también. Las personas solían probar distintos materiales y calidad, sobre todo en su calzado: transitaban tranquilamente entre el cuero, la lona, puntas de gamuza, goma, suelas gruesas o delgadas. Y, de a poco, fueron viendo cómo el mercado de las zapatillas se iba volcando lenta, pero decididamente a hacer zapatillas que resultasen cómodas para las canchas de arcilla.
Reebok decidió entrar en el juego en 1984. Ese año, lanzaron las Phase I, una zapatilla sencilla, de cuero y líneas cosidas pronunciadas. Según el Reebok Archive, la Phase I le dio a Reebok un 7.7% de las ventas de zapatillas de tenis en los Estados Unidos. Los ejecutivos y diseñadores de la marca se dieron cuenta de una cosa: su picota era pequeña, pero estaban comenzando a escarbar en una mina de oro.






Justo un año después, Reebok lanzó las Phase I Nylon, una reedición del modelo con algunos pequeños añadidos en la silueta. Las ventas iban bien, y parecía que los modelos se sostendrían un buen par de años sobre las vitrinas, hasta que llegó Paul Brown, un curioso diseñador con una obsesión por lo retro que años después crearía las Reebok Pump, y decidió dar todo en un solo par. Según él, si bien los pares que había en el mercado eran atractivos, aún no se había inventado ese par de alta durabilidad y comodidad para los jugadores de tenis.

 


Así fue como nacieron las Reebok Club C (o como las llamaban en ese tiempo, Club Champion. Después sencillamente la abreviaron). Si bien el modelo compartía la esencia minimalista de Reebok de las anteriores, tenía ojales y talones reforzados; su punta tenía una doble funda de cuero, y tenía un soporte especial para los arcos de los pies. La comodidad hablaba por sí misma: desde que los primeros jugadores de tenis se pusieron las Club C, supieron que estaban destinadas al éxito.
Si con las Phase I Reebok había dominado un 7.7% del mercado del tenis, cuando llegaron las Club C, esa cifra se triplicó: para fines de 1985, Reebok tenía en su poder el 22% del mercado norteamericano de las zapatillas de tenis. Su base de clientes crecía y crecía, sin la necesidad de que ninguna figura famosa del deporte las vistiera en la tele, ni las auspiciara en enormes pancartas. Y, para mitades de 1986, Reebok supo que debía rebautizarse con la identidad que le había otorgado el tenis. Ese año, lanzaron su primera colección completa de tenis para hombre y mujer.







Sin embargo, las Club C siguieron siendo unas zapatillas de nicho: cómodas, pero para personas afiliadas al deporte, que se sentían atraídas por el boca a boca y el limpio diseño que le otorgaba algo de elegancia a su juego.
El gran cambio llegó cuando, en 1993, Reebok decidió jubilarlas de la categoría del tenis. No era, en todo caso, su intención el sacarlas de circulación: querían darles la vida que se merecían en el mercado, y las pasaron a la colección Classics.


A medida que las Club C se fueron alejando del tenis, comenzaron a llegar a las calles, principalmente porque combinaban con cualquier atuendo, tenían un precio accesible, y tenían muy buena calidad. Parece una coincidencia casi mágica, pero esas mismas tres cosas, son exactamente lo que buscaban los skaters a principios de los ‘90, así que muy pronto, las Club C comenzaron a verse en todos los bowls de California. Su adaptabilidad al pie, y su punta reforzada les permitían gastar las lijas y probar sus trucos.



Pero desde Reebok no estaban 100% convencidos de que la categoría de «clásico» le hiciera tanta justicia a sus Club C, así que decidieron meter el modelo en una máquina del tiempo. Le quitaron el «Classic» de la lengüeta, y en 2016 lanzaron las Club C 85 Vintage, un modelo hecho exactamente de la misma manera que los primeros que llegaron al mercado, para celebrar los 30 años de una de sus siluetas más reconocidas, y darles un toque retro que hasta el día de hoy valoramos.
Y no solo nosotros: las Club C han llamaron tanto la atención que al día de hoy tienen destacadas colaboraciones con marcas como Palace, Pleasures, Maison Margiela, BEAMS y  Bape; artistas como Kendrick Lamar, Keith Haring, Cardi B y Curren$y; y programas de televisión como Los Picapiedras, los Power Rangers y Tom y Jerry.



Hoy, las Club C siguen llenando vitrinas, calles y clósets. Muchos saben que son un clásico seguro y que se comunican a la perfección con cualquier atuendo. Como decía una campaña publicitaria de la línea, que se lanzó en 1992: «El tiempo pasa. Los looks cambian. Las modas mueren. Pero algunas cosas nunca envejecen».


Puedes encontrar las Reebok Club C en bold.cl.