UNA ESTRELLA JUVENIL QUE SIGUIÓ SU PROPIO CAMINO: LAMELO BALL y SUS NUEVAS PUMA MB.02

Hermano menor de dos prospectos de basquetbolistas. Hijo de un padre excéntrico. UCLA lo fichó a los trece años. Lo han llamado el Justin Bieber del básquetbol por los sentimientos encontrados que provoca. LaMelo Ball es, para muchos, una figura controvertida. Incluso cuando se trata de sus zapatillas. Ahora, estrena las PUMA MB.02.




«Se siente genial. Tienes que amar usar tus propias zapatillas de básquet». Eso fue lo primero que Lamelo Ball dijo a la prensa cuando le preguntaron por las MB.01, su “signature shoe” hecho para PUMA, marca con la que firmó a finales del 2020. Puede parecer algo obvio, pero Lamelo es un jugador que no se deja llevar por tendencias ni etiquetas. Su lealtad siempre está con él mismo y, sobre todo, con el básquetbol.

Para ser un muchacho que traía encima una enorme presión –desde que él era muy chico sus dos hermanos, Lonzo y LiAngelo, ya eran promesas del básquet juvenil–, LaMelo nunca pareció sentirse, en realidad, presionado. Dicen que desde que le dieron una pelota de básquet, para él fue amor a primera vista.

Y no es nada raro. Desde sus primeras fotos con uniforme, sobre un piso de parqué, siempre ha estado sonriendo. Melo comenzó a jugar a los cuatro años, siempre en categorías mayores a la suya. No importaba mucho la estatura ni la edad de los otros jugadores, pues para él nunca pareció una gran tarea marcar 15 o 20 puntos por partido. Tenía todos los ingredientes para convertirse en una estrella.

 
Eso, y el carisma que se repartía equitativamente en la familia. Cuando LaMelo llegó a la secundaria, se unió a la alianza que sus hermanos ya habían formado, y se convirtieron en un trío que llevó a su escuela secundaria, Chino Hills, al éxito durante la primera temporada del menor de los Ball.
Sin embargo, no todo en el camino ha sido brillante. Las proyecciones de sus hermanos pusieron a su entorno muy ansioso, y a los trece años ya estaba recibiendo ofertas de universidades, que se veía en la obligación de rechazar o aceptar solamente mediante su palabra, apretones de mano o algún “mejor conversémoslo”. Fue a esa edad que recibió una propuesta de UCLA que no pudo rechazar. Era apenas un muchacho, y la universidad que había formado a Michael Jordan lo quería entre sus filas. ¿Quién hubiese dicho que no?



 Aunque la vida había deparado otras cosas para él. En su temporada de junior, LaMelo dejó Chino Hills y se fue a jugar a Prienai, un equipo lituano. Parecía demasiado lejos de casa, y muchos aseguraban que él, en realidad, estaba arrancando de la exposición de una familia que se volvía cada vez más pública. Sus hermanos seguían jugando al básquet y su papá, LaVar, había fundado su propia empresa de zapatillas, Big Baller Brand, donde LaMelo y sus hermanos tenían su propio modelo de zapatillas; y se había convertido en una personalidad gracias al reality Ball in the Family.

 

Los más pesimistas pensaban que salir en un reality show desde los dieciséis años, y tener su propia zapatilla tan joven, aunque fuese con la empresa de su padre, podrían afectar el desempeño del menor de la estirpe. Sin embargo, LaMelo siguió haciendo lo que mejor sabía hacer: jugar al básquet. Después de una breve temporada en Prienai, volvió a Estados Unidos, donde se integró a la Junior Basketball Association y, ya estando listo para integrarse a la mítica UCLA, volvió a dejar el país y se fue a jugar a Australia.






Probablemente muchas personas se lo reprocharon: ¿por qué abandonar una oportunidad como esa? Sin embargo, la respuesta de LaMelo siempre ha sido igual de sencilla: él solo quería jugar básquetbol y, sobre todo, disfrutarlo. Tal vez su vida como profesional sería un poco más corta si se iba a Australia. Tal vez llegase a brillar siendo más viejo. Nadie lo sabía. Aunque a él no le preocupaba demasiado.

LaMelo dejó que las cosas siguieran su cauce y se entregó con confianza a su juego. Después de estar el 2019 y el 2020 en los Illawara Hawks de Australia, y ganar el título de rookie del año de la liga, un avión y el sueño de la NBA volvieron a llevarlo a Estados Unidos.


A fines del 2020, LaMelo fue seleccionado tercero en el draft por los Charlotte Hornets. Para su primera temporada ya estaba promediando más de 15 puntos por partido y no se tardaron en llamarlo al All Star de la liga norteamericana. Se convirtió, además, en el jugador más joven en la historia de la NBA en marcar un triple doble, en un partido contra los Atlanta Hawks. 

¿Qué marca no iba a querer darle un contrato a alguien así? Un muchacho llevado a sus ideas, que juega con suavidad y confianza. Que, antes de todo, vela primero por la diversión del juego: la raíz esencial de todo deporte profesional. Entonces, los ejecutivos de PUMA tocaron a su puerta.








Si bien PUMA siempre había estado entre las marcas más queridas de zapatillas, parecía ser que llevaban algunos años guardando silencio sobre su participación en el básquetbol. Probablemente estaban planeando su regreso cuando conocieron a LaMelo, y supieron con quien tenían que volver al juego.

Para Jeremy Sallee, encargado del departamento de diseño de la marca, trabajar con la estrella de los Hornets es un goce y un desafío. «Él es uno de los raros», asegura. «Tiene su propio sentido del estilo y no le interesa lo que está de moda. Va a hacer lo que quiera hacer, con extrema confianza en sí mismo. Ese es el regalo con Melo. Se siente con una confianza suprema sobre lo que está vistiendo, cómo juega y con quién es».




Y su confianza se dejó ver cuando apareció la primera zapatilla que hicieron juntos. La PUMA MB.01 tenía el diseño, ya a estas alturas clásico, de las alas de LaMelo, como una especie de retrato del tatuaje que él mismo lleva en el pecho –un número uno con dos enormes alas a los costados–; una media caña que comienza a subir casi inmediatamente después del empeine y, lo más llamativo, un color naranja que no podía dejar a nadie indiferente.


En muchas ocasiones, los jugadores tratan de abordar sus primeros signature shoes con la mayor discreción posible. Tratan de darles una impronta personal, pero no demasiado específica, y suelen usarlos en colores que combinen con el uniforme de su equipo. Estas no solo no combinaban, sino que no podían encontrar esa armonía típica y conservadora por ningún lado.

Pero, fiel a su línea, Melo siguió haciendo lo suyo, hasta sacó un par con un diseño temático de Rick & Morty, uno que reflejaba con honestidad y sin pretensiones sus gustos. Esta clase de gestos hicieron que las MB.01 causaran impacto, llenasen las vitrinas, se agotaran y repusieran en un largo ciclo que parecía no tener fin. Al menos hasta ahora.




Y no es que la zapatilla de Ball se haya descontinuado, al contrario. El basquetbolista y la marca ya dieron a conocer las MB.02. Acorde a su estilo llamativo, e inaugurando nuevamente el modelo con ese mismo naranja característico de las MB.01, LaMelo está listo para aprovechar la buena salud de la que gozan su carrera y el mundo de la moda. Él no teme perder los estribos. Para Ball, todo está bien en la medida en que pueda seguir siendo fiel a sí mismo y jugando al básquet como lo ha hecho hasta ahora. Al menos, eso es lo que él mismo aseguró en una entrevista exclusiva con Puma. Cuando le preguntaron qué es lo que lo motiva a llevar la cultura del deporte a otro nivel, él aseguró que «ser yo mismo. Siento que eso es suficiente. Y lo que sea que signifique ser 100% real. Eso es lo que suele hacer que las cosas salgan bien».



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