Micromovilidad: el uso de la bicicleta aumenta en las ciudades chilenas





Hace unos 10 años, la capital de Chile contaba con una escasa infraestructura destinada al ciclismo urbano. Sin embargo, desde hace ya algún tiempo, son cada vez más las personas que optan por desplazarse en bicicleta en su día a día, lo cual ha obligado a incluir cada vez más también este medio de movilización en las planificaciones urbanísticas. Iniciativas como el cicloparque Mapocho 42K y las numerosas ciclovías que han aparecido en los últimos cuatro o cinco años son prueba de esta tendencia.



A esto se suman el reciente movimiento social y la pandemia como dos de las causas principales del aumento definitivo de la micromovilidad en todas las grandes ciudades chilenas, pero sobre todo dentro de la Región Metropolitana. Según informaba CNN el año pasado, el uso de la bicicleta creció en un 10% a raíz de la situación sanitaria. Myriam Salazar, directora de la Revista Pedalea, una plataforma dedicada a visibilizar y fomentar la bicicleta como herramienta de cambio social en las ciudades a través de contenidos de diversa índole, lo confirma y complementa.







“Creo que vimos otra cualidad de la bici: propicia el distanciamiento físico al ser un vehículo individual. Por otra parte, actualmente hay una tendencia a lo saludable, lo que fomenta que más personas opten por un medio de transporte amigable con el medio ambiente. En las últimas semanas hemos visto una gran cantidad de personas que ocupan la banda horaria de la mañana para pedalear, como un escape de la vida en cuarentena. Usar la bicicleta es una forma práctica, eficiente y de bajo costo de desplazamiento. Hoy son muchas las personas que se subieron a la bici y estoy segura de que no se bajarán más”.



Myriam sabe de lo que habla. Hace unos años, lo dejó todo para dedicarse a promover el ciclismo urbano e invitar a más personas a disfrutar la bici tanto como ella. En ese momento no había información local sobre el tema, pocos conocían los talleres mecánicos o las cicletadas. “Comencé a usar la bicicleta como medio de transporte mientras trabajaba como reportera gráfica en un diario. Llegaba con tanta energía, veía, sentía, olía y me pasaban tantas cosas en esos trayectos, que lo único que quería era seguir pedaleando. Cuando sientes la ciudad, tu forma de vivirla cambia definitivamente. El impacto del pedaleo en mí fue tal, que un par de años más tarde dejé ese trabajo, para empezar desde cero. Quería hacer algo nuevo, diferente, único. Así nació Pedalea”.






Como Myriam, muchos se han dado cuenta de lo difícil que es encontrar un aspecto negativo que derive del uso de la bicicleta. Sustituyendo los autos por bicicletas, se reduce la contaminación atmosférica y el aire que respiramos, lo cual particularmente en las ciudades muy pobladas, es un enorme beneficio, ya que el aire densamente contaminado por automóviles es el responsable de una gran cantidad de enfermedades respiratorias, alergias y de otras patologías. A nivel de consumo global, las bicicletas son de los medios de transporte que menos materiales demandan para su fabricación y funcionamiento, no consume combustible y su mantenimiento es muy básico, producir bicicletas también genera menos daños al planeta.


Por otro lado, la bicicleta crea comunidad entorno a su práctica y es una herramienta educativa muy potente si se enfoca en el respeto, la colaboración y el civismo. Respecto a este último punto, se ha demostrado que al incluir el uso de la bici en las ciudades y desde edades tempranas, se fomenta el conocimiento de la geografía, de la historia de la ciudad, de los fenómenos físicos relacionados con el ciclismo y se produce una mayor integración entre partes de la ciudad, rompiendo las “fronteras” abstractas socioeconómicas entre comunas, entre otros efectos. En definitiva, mejora la calidad de vida tanto de aquellos que usan la bicicleta como la de los que no la usan en ámbitos que no son solo físicos, sino también mentales y estructurales.




A pesar de todas estas bondades, el aumento del uso de la bici también ha puesto en evidencia que aún falta de infraestructuras para su correcta práctica y las consecuencias de ello. En un estudio realizado por la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), el 46% de los ciclistas consultados afirmó haber sufrido accidentes andando en bici o en scooter (otro medio que también está en auge), de los cuales el 10% resultó en heridas graves. Esto implica que aún se pueden mejorar las ciclovías y la señalética, y también que los y las ciclistas y quienes comparten el espacio público con ellos y ellas, deben tener una mayor conciencia y educación sobre su seguridad y la del resto.




El cambio cultural que implica que el uso de la bicicleta siga en aumento necesita del esfuerzo de todos, sin dudas. Y en este proceso de aprendizaje, espacios como el de revista Pedalea, enfocados en repensar el espacio público, se vuelven necesarios. “Todos nuestros contenidos se desarrollan a partir de la máxima que es impactar positivamente y promover el bienestar común”, nos cuenta Myriam. “Nuestra intención es mostrarle a más personas que la ciudad se puede vivir de otra manera y disfrutarla todos los días y en cada viaje”.