Metro21: Urbanismo táctico
e intervención creativa 


El diseño urbano es una materia compleja, a medida que crece la población son más las necesidades que se van teniendo. Las ciudades pueden tener efectos positivos y negativos sobre la salud, tanto a nivel físico como  psicológico. El exceso de ruido, la contaminación, la falta de iluminación y la falta de zonas verdes puede afectar negativamente en nuestras vidas. Es por esto que los espacios públicos se han vuelto de vital importancia y cumplen un rol clave en la forma que nos relacionamos con la ciudad. Estos deben contribuir al bienestar de la población, fortaleciendo el sentido de pertenencia, sociabilidad y confianza colectiva en un barrio o ciudad.



Metro21 es una galería de arte urbano y centro cultural que se enfoca en la intervención artística en los espacios públicos. Hablamos con Isidora León, su directora, acerca del proyecto que los ha llevado a pintar canchas deportivas por todo Chile involucrando a la comunidad de cada lugar.







Si bien la arquitectura o la planeación urbanística tiene como fin mejorar la calidad de vida de las personas, no tiene la misma capacidad de vinculación que tiene el arte. El arte tiene el potencial de generar diálogos mediante los sentidos, el intelecto y las emociones. Por lo tanto, cuando llevamos el arte al espacio público de forma más permanente, esto suele verse traducido en una nueva relación de la comunidad con el espacio que habita; deja de ser meramente funcional y da paso al surgimiento de vínculos estrechos, tanto personales como colectivos, con el territorio.









Es por esto que en Metro21 creemos que al pensar en una mejora barrial o en la reactivación de los espacios urbanos, es fundamental considerar el factor estético. Debemos impulsar la construcción conjunta de relatos. De esta forma, lograremos nuevos y más complejos sentires que nos comprometen con nuestro entorno y nos invitan a ser parte activa de su historia.









 




Nuestro proyecto “canchas” ha evolucionado mucho. Los procesos creativos sientan su base en comprender que la cancha es un espacio funcional, un lugar de encuentro urbano que debe utilizarse, que debe incentivar y perpetuar la recreación. El mural sobre una cancha debe estar pensando en eso todo el tiempo. Los artistas que participan en cada intervención deben comprender cuáles son los usos principales de la cancha y cuáles debieran potenciarse. Y en ese contexto, la municipalidad debe ser el principal aliado, ya que entiende quiénes son los actores clave y es un canal de comunicación crucial para llevar a cabo el proyecto. Dado que nuestro trabajo incluye diversas aristas (trabajo comunitario con los vecinos para generar apropiación, refaccionamiento de la carpeta, limpieza perimetral y diseño y ejecución de obra), los municipios están muy atentos durante la intervención.















No siempre es fácil concretar el proyecto, también hay dificultades. Hay veces que tanto las juntas vecinales como los clubes deportivos “cierran” la cancha y no permiten que sea realmente de uso público. Ahí nuestro rol metodológico es conciliar las diferentes partes y permitir que se democratice el uso y se potencien mejores y más espacios para las mujeres, niños y otros grupos menos favorecidos en el uso y apropiación del espacio público. Otra gran dificultad con la que nos hemos topado son las diversas y múltiples materialidades con las que se construyen canchas. Las hay de losa pulida, de hormigón de asfalto, a veces son muy viejas y otras las juntas de dilatación quedaron mal hechas. Por lo mismo, hemos tenido muchos errores en la aplicación de pinturas y en el refaccionamiento de la carpeta. Este camino de aprendizaje se ha convertido en un verdadero laboratorio en el que hemos tenido que llegar a diferentes materiales para pintarla: pintura acrílica, epóxica, incluso hemos incursionado en el mundo de pintura de autos, ya que la cantidad de roce y uso que tienen las canchas, generan muchas veces un deterioro muy rápido de su superficie.









Lo más lindo de este proyecto es que realmente genera un cambio, sobre todo en zonas rurales donde no hay arte. Las personas de la comunidad se involucran en los procesos de pintura y de boceto, por lo que la sienten muy propia. En muchos lugares como en Valpo, ha dado pie para nuevas inversiones públicas, dada la alta visibilidad que tiene la cancha a nivel municipal. También sirve para que las juntas vecinales se organicen más, se empoderen y postulen a nuevos fondos. Ha cambiado mucho el uso de los espacios, por ejemplo en Santa Cruz, donde después de la intervención, los grupos organizados de mujeres comenzaron a usarla para bailar zumba, ya que la sentían mucho más propia. Nuestra reflexión es que entre más procesos de participación comunitaria realicemos, mayor impacto tendrá la obra. Por lo que la evolución del proyecto “canchas” ha tenido que ver con eso, con entender cada vez más el contexto, a las personas que habitan y usan el espacio, entender cuáles son sus memorias, su historia, y a partir de eso, pasar a bocetear. Los artistas son clave en estas instancias porque son capaces de traducir estos insumos y transformarlos en arte.













Han participado de este proyecto Elisita Punto en el Liceo 11, Matu Noguera en la quebrada Márquez de Valparaíso, Anis en Santa Cruz, Laptok en Independencia y Chimbarongo, Rommy Gonzalez en Pitrufquén, Coni Lars en Requinoa, Matías Santa María en Vallenar, Maikel Yaikel en Montepatria y el Basko con la Punto en El Monte.




@metro.21










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